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La Argentina sin Roca

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Como cada tanto ocurre, la nueva iniciativa antirroquista que propone desplazar la estatua ecuestre de su ubicación central en el Centro Cívico de Bariloche y que cuestionamos desde estas columnas confirma no solo la ignorancia histórica, sino también una preocupante falta de patriotismo de sus promotores.

Pocas veces ha estado tan de moda poner el pasado al servicio del presente y juzgar retrospectivamente la historia como si la visión de los hombres sobre sí mismos, y sobre sus conductas individuales y colectivas, debiera acreditarse con igual valoración que la que hoy suscitan. ¿Qué juicio resistiría hoy Aristóteles por su aprobación en el siglo IV a.C. de las leyes de esclavitud? Dice bien la resolución oficial en cuestión que el monumento a Roca ha representado la “metáfora de la victoria de la civilización sobre la barbarie, del trabajo agrario sobre la tierra improductiva, de la organización y el orden sobre la anarquía, del progreso sobre el derecho”. ¿Por qué no se atiene entonces por entero a la magnífica metáfora que invoca?

Por otra parte, increíblemente, el intendente barilochense, Gustavo Gennuso, parece no recordar siquiera vagamente que el 3 de mayo de 1902 Julio A. Roca, a la sazón presidente de la Argentina, fundó por decreto la colonia Nahuel Huapi, hoy San Carlos de Bariloche.

Un país sin conciencia histórica es un país sin raíces que lo sostengan en el derrotero hacia el futuro. Como repasábamos desde este espacio, Roca avanzó hacia el desierto en 1879 en su condición de jefe del Ejército para engrandecimiento de la nación. Juan Manuel de Rosas, siempre a salvo de las iracundias del revisionismo histórico, lo había hecho en 1833, produciendo un saldo manifiestamente mayor de bajas indígenas con acento en sus intereses privados.

La guerra del Paraguay, en tiempos de Bartolomé Mitre, y la guerra de Entre Ríos, provocada por el asesinato de Justo José de Urquiza durante el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, postergaron la solución de un problema patagónico que se había agudizado desde 1820. Fue cuando oficiales realistas, refugiados al sur del Bio Bio, en Chile, continuaron la guerra contra los independentistas, reclutando tribus araucanas. Estas penetraron a fondo en la pampa argentina, al punto de asolar pueblos bonaerenses como Salto, Rojas o Pergamino.

Roca realizó la Campaña del Desierto en cumplimiento de una ley del Congreso de la Nación de 1867. Debemos a su extraordinario liderazgo la integración al territorio nacional de tierras equivalentes en extensión a algunos países europeos, como Alemania, y la consolidación de los títulos de posesión por derecho que devengaron al país como herencia de la corona española.

En la campaña final contra los malones, las tropas de Roca abatieron en lucha franca a un millar de aborígenes, casi tanto como el número de cautivos que lograron liberar. Poco tiempo atrás, dirigentes indígenas de la tribu Ancalao reafirmaron en el Círculo Militar su carácter de argentinos, y reconocieron en reunión académica a Roca por haberles otorgado más de 110.000 hectáreas entre Río Negro y Neuquén. Un bisnieto de Manuel Namuncurá, el último líder indígena de la guerra en el sur, recordó en otro acto las visitas de su antecesor, vistiendo uniforme militar, al general Roca en sus viajes a Buenos Aires.

Marcado por el ejemplo de su padre, veterano de las guerras de la Independencia y del Brasil, como presidente, el general Roca redefinió la misión del Ejército y de la Armada, profesionalizándolos y dotándolos del equipamiento disuasorio en su tiempo en respaldo a una diplomacia de paz que cerró conflictos con países vecinos, sobre todo el extremadamente grave que se cernía con Chile, superado con la firma de los Pactos de Mayo, en 1902.

Por dos veces presidente de la Nación (1880-1886 y 1898-1904), Roca multiplicó en su gobierno las líneas ferroviarias como manera de afianzar la soberanía y el desarrollo de las economías regionales en territorios alejados miles de kilómetros. De hecho, el ferrocarril Sur, inaugurado durante su segunda presidencia, llegó por entonces a la provincia de Neuquén. Fue también el responsable de que las Islas Malvinas fueran incluidas por primera vez en el mapa de la república.

Más allá de los merecidos mármoles y bronces, el general Roca se ha hecho acreedor del pedestal que le concede la sanción de la ley 1420 de enseñanza primaria laica, gratuita y obligatoria. A él le debemos también la inmigración masiva que desembarcó en nuestros puertos a partir de 1880, construidos precisamente por su gobierno, como también las obras sanitarias y los primeros colegios industriales.

En su haber contabiliza además los proyectos de reformas electorales, la creación del Registro Civil y del Sistema Monetario Nacional y el primer proyecto de Código Nacional del Trabajo, entre otros.

Como buen estadista, en otro notable contraste con los tiempos que corren, Roca supo rodearse de sobresalientes personalidades en sus gabinetes, ministros con jerarquía propia como para ser presidentes. En palabras del reconocido historiador Miguel Ángel de Marco, Roca es el artífice del Estado moderno en la Argentina.

Con Roca, quien buscaba la paz para construir un país, se cerró el proceso de organización nacional. Su trabajo, junto al del presidente Nicolás Avellaneda, posibilitó la federalización de la ciudad de Buenos Aires, aquel viejo reclamo de las provincias que ciertos gobernadores de hoy en día evidencian desconocer cuando alzan sus voces.

Quienes buscan dirimir los conflictos del presente atacando símbolos del pasado -llegando incluso a ultrajar monumentos levantados en homenaje al expresidente argentino- deben cejar en sus esfuerzos por seguir dividiéndonos. La ilustre figura de Roca genera rencor en quienes han dilapidado una y otra vez en los últimos 20 años la posibilidad de dar un salto trascendente hacia el progreso, prefiriendo apostar por la división de los argentinos, atándose a tan anacrónicos como ideologizados revisionismos. Ignorantes, también, creen que la historia de la nación se inició con ellos cuando, desde el poder, confirmaron no poder resolver viejos problemas, esmerándose exclusivamente por agravarlos, carentes de cualquier aptitud ética o profesional para afrontar los desafíos de un presente que cada día nos aleja más del sueño del desarrollo de quienes nos antecedieron.

Fue el general Roca el timonel de una generación. Tal como describió Federico Pinedo en el libro En tiempos de la república en 1946, supo edificar en treinta años una nación moderna en el desierto. Frente al duro desafío que hoy enfrentamos los argentinos, retrotraernos a aquellos ejemplos y desenmascarar un capcioso revisionismo debería ser tan obligatorio como perentorio.

La Nación

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Pretenden que Alfonsín se derechize

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Por Antonio Corona*

Algunos trasnochados radicales que decidieron transformarse en bufones del neoconservadurismo argentino ,seguramente para no sentir culpa, le exigen a Ricardo Alfonsín  que se meta las banderas de Raúl en el bolsillo y consienta ,cuál prostituta, los lineamientos que bajan Macri, Bullrich y Pichetto.

Ricardo Alfonsín es uno de los hombres que más respetuoso ha sido de la condición de Radical en esta coyuntura. Ha sido orgánico sin ser complaciente. Y estuvo todo el tiempo haciendo hincapié en los errores del gobierno del PRO para evitar que pasará lo que finalmente pasó. 

También reclamó a la conducción un comportamiento acorde a su ideología, lo que no solo hubiera preservado la identidad partidaria, si no que también hubiera evitado compartir responsabilidades en acciones de gobierno sobre la que no solo no se nos consultaba, sino que eran contrarias a las que hubiera implementado el radicalismo. 

A la luz de los acontecimientos está claro que Alfonsín hijo tuvo un rol acorde a lo que es de esperarse de un radical cabal y que muchos correligionarios que lo difamaron deberán revisar si su propia conducta se corresponde con la que es propia del ser radical. Porque si bien respetamos el criterio de acción y  pensamiento de todos, debemos dejar bien sentado que no hay dos radicalismos y que quien defendió con todo derecho la conducta de algunos radicales en el gobierno de Macri, debe hacerlo desde la vereda de enfrente. 

Los impacientes que cuestionan la incapacidad del radicalismo para generar nuevos liderazgos o la falta de expectativas presidenciables, deben hacerse cargo que eso debe resolverse primero dentro del radicalismo, y no aferrarse a cualquier posibilidad de protagonismo, donde el precio a pagar sean la identidad partidaria y nuestra solidez institucional. 

Ser gobierno aún a costa de militar contra los principios partidarios y proclamar que por fin el partido radical recobró protagonismo, es a todas luces estupido. Creer con todo derecho, que hay otra manera de hacer política y que esa manera es la que proveerá mejor futuro a la Argentina, implica también irse del radicalismo a ese supuesto nuevo horizonte. 

No hay dos radicalismos Hay uno solo con matices que no dejan lugar a dudas de su identidad y no deben preocuparse los que no dejaron de ser radicales, por las dificultades que implican afrontarlos. 

Los Ricardistas no estamos en liquidación y sabremos salir adelante.

*Dirigente radical

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Dos mujeres, la campaña y trolls de Juntos

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La última semana dejó hechos políticos que por ahí pasaron desapercibidos pero que vale la pena traerlos y analizarlos.

La Municipalidad entregará – si ya no los entregó- los kits para operadores familiares  para desarrollar el “Proyecto de promoción territorial para el fortalecimiento de las familias y su entramado comunitario”.

Esto surgió por un convenio entre la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia y la Municipalidad de Necochea a través de la secretaría de desarrollo Humano y Política Social.

En el acto de firma de este convenio sobresalieron tanto la titular de esta área municipal, Sandra Antenucci como Andrea Cáceres en su rol de subsecretaría de Promoción y Protección de Derechos de la provincia de Buenos Aires.

¿Hay coincidencia o hay diferencias?. O ambas. Andrea es opositora desde que se inició el actual gobierno en el Concejo Deliberante, pero primó en ambas partes el interés común y el desarrolló de Necochea en un área clave para todos.

El resultado es dar un paso más,  es ver la posibilidad de trabajar en conjunto desde los lugares que cada uno tiene, para generar acciones que hagan al bien común.

Política le dicen.

Y la política, dicen, es el arte de lo posible. 

Por eso vemos cuestiones que llaman la atención, donde algunos, como Martín Migueles, ven en la crítica el modus operandi para intentar sumar votos. Lo que está claro es que cuando abundan las críticas, lo que faltan son propuestas o proyectos realizables. 

Ahí es cuando una campaña deambula.

O cuando raya lo bizarro. Quizá sea una bajada de línea, si tenemos en cuenta los gritos de Patricia Bullrich a nivel nacional contra el Kirchnerismo. 

Por eso, Migueles en Necochea grita, aunque no se ve una campaña activa. no hay un hilo conductor, un tema a presentar, una propuesta a seguir. Por momentos se grita, por momentos hay silencio.

A eso se suma la aparición de trolls, con una cuenta oficial denominada  Juntos_necochea2023, desde donde atacaron, en redes sociales, a medios de comunicación de nuestra ciudad, en noticias que nada tiene que ver con la política y caras al sentimiento de los vecinos y vecinas (Ejemplo, el violento episodio que vivió un vendedor ambulante). Esto se suma  a las dichos del propio Migueles cuando tildó de sicarios a los periodistas.

En el mientras tanto, inició oficialmente la campaña. Hasta ahora hay un proyecto claro, el de Nueva Necochea y voluntades en el resto. Veremos qué nos depara el camino al 22 de octubre. 

Por Alejandro Sánchez

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Siempre fue “Ricardito el hijo de”

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Por Alberto Esnaola*

Siempre fue “Ricardito el hijo de”, Alfonsin es su apellido y por eso aun empezando de muy grande a hacer política se le allanaron los caminos, nunca le hizo honor a la memoria de su padre.

Comenzó como buen relator de partes médicos luego del accidente en Río Negro de Raúl Alfonsin, y así transitó su primera interna, la diputación provincial era poco para él, pero su padre lo había sido. Opaco y casi inexistente legislador pcial.

Fue socio de De Narváez inaugurando un período negro en la interna partidaria de utilizar las boletas como premio a los dóciles y castigo a los rebeldes así en el devenir de las cosas acepto la representacion del Estado ante el Reino de España, utilizando nuevamente la trayectoria de padre como escudo.

Si su padre había nombrado Embajadores peronistas por qué no iba a aceptar tan magna tarea. Habría que recordarle que ninguno de esos embajadores abdicó de su peronismo para hacer campaña denostando a su partido y acompañando internamente al gobierno radical. Su padre Alfonsin en verdad nombró Embajadores que representaban los intereses de nuestra Nación y no su gobierno. 

Desde hace tres años “Ricardito” no solo legitima enarbolando un falso progresismo al gobierno actual, sino que ademas les hace bien los deberes denostando a la Comité Provincia UCR Buenos Aires, cada vez que puede. Tiene todo su derecho a discutir y no estar de acuerdo pero es impropio desconocer los órganos partidarios que en  su momento “utilizó y forzó a pronunciarse a su favor” para consolidar una candidatura, cuando estos no opinan como a usted le parece que debieran hacerlo. 

Como hombre del Gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, hágase cargo de estos cuatro años y deje que nosotros los radicales, como hicimos  hasta 1998 cuando todavía usted no militaba, defendamos nuestra historia y nuestro patrimonio político junto a la memoria de su Padre.

*Dirigente radical

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