Por Osmar Ciotti
Podría ser porque a Caballito lo contuvimos y protegimos, dentro de nuestras posibilidades, para aliviarle todas las adversidades de origen que le tocaron.
El tan mentado “entorno ” de Caballito fue laburo y más laburo, domicilios itinerantes, y más laburo y deporte y sociabilidad, y simpatía, intemperie y dale que hay que laburar, amigos solidarios, muchísimos, potrero de fulbito, corriéndose la vida y así toda la infancia y la adolescencia.
Y una familia que le metió siempre para adelante y no arrugó jamás. Los Del Negro son así. Que alguien diga lo contrario.
Y Caballito se hizo adulto y la Villa Díaz Vélez se encariñó cada vez más con él. Los de acá y los de afuera también. Nunca un conflicto. Siempre lejos de los escándalos.
Laburo y amigos, el “entorno ” perfecto. Le ganó de mano a la calle y sus peligros. Y siempre pidió ayuda.
La mínima y necesaria.
Los cafés, bares, discotecas, el club, amaneceres de laburo de canillita y la peatonal 83 como su territorio, lo convirtieron en un indispensable.
Nació con todas en contra y pese a los achaques del último tiempo, tuvo una vida plena. La moneda de 10 guitas, la del Caballito y San Martín en el reverso, es toda de él, como una medalla a su hombría de bien, a su nobleza, a su ejemplo.













